domingo, 8 de mayo de 2016

Los girasoles ciegos

Autor: Alberto Méndez
Editorial: Anagrama
Páginas: 160
Precio: 13,90€
Género: Narrativa
Sinopsis: Este libro es el regreso a las historias reales de la posguerra que contaron en voz baja narradores que no querían contar cuentos sino hablar de sus amigos, de sus familiares desaparecidos, de ausencias irreparables. Son historias de los tiempos del silencio, cuando daba miedo que alguien supiera que sabías. Cuatro historias, sutilmente engarzadas entre sí, contadas desde el mismo lenguaje pero con los estilos propios de narradores distintos que van perfilando la verdadera protagonista de esta narración: la derrota. Un capitán del ejército de Franco que, el mismo día de la Victoria, renuncia a ganar la guerra; un niño poeta que huye asustado con su compañera niña embarazada y vive una historia vertiginosa de madurez y muerte en el breve plazo de unos meses; un preso en la cárcel de Porlier que se niega a vivir en la impostura para que el verdugo pueda ser calificado de verdugo; por último, un diácono rijoso que enmascara su lascivia tras el fascismo apostólico que reclama la sangre purificadora del vencido. Éste es el primer ajuste de cuentas de Alberto Méndez con su memoria y lo hace emboscado en un flagrante intento de hacerlo desde la literatura.

Mi Opinión

Esta novela la leí por primera vez hace ocho años y ahora ha llegado el momento de releerlo ya que no recordaba prácticamente nada de lo que narraban sus páginas.

Nos encontramos ante cuatro relatos no muy extensos en los cuales se les da voz a los derrotados en la Guerra Civil.

En el primer relato se narra las consecuencias que sufrió Carlos Alegría, capitán Franquista, al rendirse de la guerra el mismo día en que su bando declaraba la victoria.
Me ha resultado un relato curioso ya que me sorprende que algún capitán franquista pudiera llegar a hacer eso, pero durante todo el relato nos encontramos con grandes frases referentes a la contienda y sobre lo que debieron de pasar la mayoría de militares civiles a los que la guerra les sorprendió teniendo que formar parte de ella sin pretenderlo y sin ser partidario de una barbarie de ese calibre.
Se lee de una forma muy cómoda y amena, ya que la escritura está hecha de una manera directa, sin rodeos innecesarios haciendo que el lector se meta de lleno en la historia.

El segundo relato nos cuenta la situación que vivió el protagonista al refugiarse en una braña junto a su mujer embarazada, huyendo de los ganadores de la contienda. La historia está narrada en forma de diario, ya que el hombre escribió en un cuaderno todas las penurias y situaciones que estaban viviendo mientras allí se escondían, con la única intención de que en el momento de ser descubiertos alguien supiera por lo que pasó.
En esta ocasión el relato nos describe a la perfección el ambiente gélido y lúgubre que rodeaba a este personaje. Durante la narración hay partes duras pero son fácilmente digeribles.

En cuanto al tercer relato, es de los más extensos que hay en la novela. Nos muestra la estancia de Juan en la cárcel de Porlier y cómo usa la mentira para poder alargar el momento en el que le condenen a muerte.
En este relato también se nos muestra lo que ocurrió con Carlos Alegría, el protagonista del primer relato.
En esta ocasión, el relato no ha acabado de llenarme del todo lo que expresa, y es que he tenido la sensación de que faltaba algo que me absorbiera y atrajera mi atención.

Por último, en el cuarto relato y que da el nombre a la novela, se narra la historia de un hombre que vive escondido en su casa para no ser capturado por los franquistas. Esta narración está contada a tres voces: La primera de ella por el Hermano Salvador, realizada en modo epistolar. La segunda voz es de Lorenzo, el niño que lleva todo el peso de la historia y es hijo del hombre que vive recluido en su hogar y cuenta su punto de vista inocente en primera persona, y la tercera y última voz es un narrador externo que cuenta la historia en tercera persona.
Este relato es el que más me gusta con diferencia y es el que más recordaba de la primera vez que leí este libro, y es que es un relato que engancha desde el principio hasta el final.
Respecto a los personajes, el que más he odiado es al Hermano Salvador. Su carácter metomentodo y con una gran moralina me ha sacado de quicio cada vez que aparecía y es que encima en sus cartas, me ha dado la sensación de que estaba convencido de que todo lo que hizo era correcto y no hay ni una pizca de arrepentimiento en sus palabras, y eso, ha sacado lo peor de mi, os lo aseguro.

En definitiva, he disfrutado mucho de esta relectura. Si en la otra ocasión ya me gustó, en esta con la diferencia de edad y con los años que han pasado desde una lectura a otra, me ha gustado mucho más, y es que, he sido más consciente de cada palabra que he leído y de lo que significa cada historia que en estas páginas se cuentan. Por desgracia, hace unos años, barbaries de este calibre eran muy habituales en nuestro país.

PUNTUACIÓN: 8/10


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